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Ya debe irse

“Todo poder que no tenga límites no puede ser legítimo”

La Pura Polaka | Jaime Esquer

11 de junio de 2025.- Legalmente sigue siendo la gobernadora de Baja California.

Legítimamente ya no.

Y aunque se parecen, los dos conceptos son distintos y en los hechos deben complementarse para fundirse en uno solo.

Es decir; porque lo legal se refiere a todo aquello establecido en la Constitución y en las leyes, reglas, disposiciones, derechos y obligaciones que de ella emanan, mientras que la legitimidad es el reconocimiento o la acreditación que hace una sociedad, una comunidad o un conglomerado social determinado hacia esa legalidad representada en las instituciones y en las personas que ejercen una autoridad.

Y ese reconocimiento o acreditación que hace la ciudadanía de sus autoridades y del marco legal establecido, se basa fundamentalmente en la credibilidad y en la confianza depositada en esas instituciones y en las personas que las representan.

En este caso, Marina del Pilar Ávila sigue siendo legalmente la gobernadora de Baja California, pero legítimamente ya no lo es, puesto que terminó de perder ese voto de credibilidad y confianza que le había otorgado la ciudadanía; primero como alcaldesa de Mexicali desde el primero de octubre del 2019, y después como gobernadora, a partir del primer día de noviembre del año 2021.

¿A qué se debió ese aparentemente repentino cambio de aceptación inicial a un rechazo hoy casi generalizado de la ciudadanía bajacaliforniana?

Muy sencillo:

En primer lugar a la falta de resultados.

La gobernante replicó el mismo modelo de AMLO basado en la simulación, el engaño y en el no reconocimiento de la realidad, al mismo tiempo que demeritó y degradó el trabajo de las instituciones de gobierno, llevándolas a niveles nunca antes vistos en Baja California, principalmente en áreas estratégicas y prioritarias para la población, como ha sido en el caso de la salud, educación, desarrollo económico, servicios de agua, infraestructura, medio ambiente y apoyo al campo y a la pesca, pero principalmente en lo que es el problema número uno y el más grave de todos, como lo es sin duda el de la inseguridad pública rampante que a todas horas padecen los ciudadanos en todos los puntos de la entidad.

En segundo término y de manera paralela, sucedió que la dama gobernante no entendió ni hubo quien se lo hiciera entender, que el trabajo de gobierno requiere de profesionalismo y de una gran capacidad, conocimientos y experiencia, además de seriedad, compromiso de tiempo completo, entrega absoluta y un alto sentido de responsabilidad, ya que no es cualquier cosa gobernar una entidad tan dinámica y tan diversa, plural y compleja como Baja California, al ser frontera con California, que es la entidad más poderosa de la Unión Americana.

Todas las problemáticas inherentes que conlleva este solo hecho representan un enorme reto, sin dejar de lado los problemas propios del estado y los constantes y crecientes flujos migratorios venidos desde todos los puntos de la república y de otros países, que llegan hasta la frontera con la ilusión de cruzar a Estados Unidos en la búsqueda de una mejor vida.

Todas estas circunstancias obligan a que quien gobierne sobrelleve una lucha constante contra el tiempo, trabajando de manera intensa e incansable en una agenda diaria inacabada, siempre con una visión prospectiva; es decir, viendo el presente, pero enlazado al futuro inmediato, pues los problemas del momento no terminan de atenderse cuando ya están encima otros de igual o de mayor urgencia y necesidad, por lo que desde la persona que encabeza el liderazgo en el gobierno hasta el más modesto servidor público, debe haber un alto espíritu de servicio y de responsabilidad y compromiso con la ciudadanía y con la sociedad en general.

Así es como debe ser.

¿Y qué pasó?

Pues nada, que la dama que al parecer dejó inconclusa una etapa de su adolescencia y primera juventud, llegó al gobierno por esas cosas paradójicas que tiene a veces la política, pero en lugar de integrar un equipo de profesionales y expertos en cada área y de inmediato ponerse a trabajar duro en los rezagos y en la atención de los múltiples problemas de los bajacalifornianos, escogió para su gabinete a puros mediocres, a personas inexpertas y en algunos casos hasta casi analfabetas funcionales (con una o dos honrosas excepciones) al más puro estilo de AMLO y su 4T, mientras ella se la pasaba en la juerga, en las fiestas y el cotorreo, en los conciertos gruperos y norteños, en los palenques y en el refuego y la vida loca, como si eso fuera el trabajo de gobernar un estado.

Y lo peor del caso es que lo mostraba y lo difundía con orgullo en sus propias redes y plataformas sociales.

¿Quién la engañaría haciéndole creer que eso iba a ser bien visto y bien evaluado por la sociedad bajacaliforniana?

¿De verdad creería que para eso la eligieron?

Si así fue, entonces dejó muy mal paradas a las mujeres, al ser la primera mujer en la historia de Baja California en llegar a presidir la gubernatura del estado, sobre todo por la enorme expectativa que generó, incluso desde el año 2019 cuando se convirtió también en la primera mujer en ser elegida para el cargo en la presidencia municipal de Mexicali.

Y eso sin abundar en los señalamientos de corrupción, ligas con la delincuencia, tranzas, facturas infladas, conflictos de interés y negocios al amparo del poder que le empezaron a endosar, sobre todo a partir de su situación con la visa americana y el escándalo mundial que se le armó por su presunta propiedad de una casa en San Diego valuada en casi cinco millones de dólares.

Aquí lo más increíble y gacho, por decirlo suavemente, es que la morra se ahorcó solita, pues nada hubiera pasado y nadie se hubiera enterado -al menos de momento- pero fue ella misma la que subió a las redes la foto de la citada mansión, donde aparece retratada junto a su familia, desestimando con ello por completo la inteligencia de los ciudadanos.

La terminaron de hacer pedazos en las redes.

Las críticas de la gente y en particular de la raza brava, fue inmisericorde y sin la mínima compasión para ella y menos para el marido, al que no bajaban de rata, sinvergüenza, huevón y mantenido.

De por sí ya la traían y con esto la situación se le puso todavía peor, generando una tremenda tendencia negativa a nivel nacional e internacional, al grado que se dijo que en Palacio Nacional ya se había tomado la decisión de retirarla del cargo, inventándole algún otro de menor relevancia o exiliarla a alguna embajada tranquila, como por ejemplo la de Ucrania o en la República del Congo, en Tanzania o en Tombuctú, que el caso era sacarla ya de gobernadora y evitar con ello un mayor desgaste y la quemazón para el partido morena.

Tan así fue que de inmediato empezaron a sonar algunos nombres de mujeres y hombres y a muestrearse en las redes como posibles sustitutos.

Y ya viéndolo bien y la verdad para ser sinceros, partiendo de lo que dice la Ley de Murphy en el sentido de que siempre es posible estar peor, pues mejor que le siga Marina, así quien quita y de aquí a que concluya su periodo todavía sigue existiendo Baja California o lo que quede de la entidad.

Sin embargo no fue así y no la retiraron.

Al parecer hubo de último momento un cambio de señales, ya que trascendió que del propio López Obrador vino la orden de no remover del cargo a Marina, pues ello podría ocasionar un efecto dominó con otros gobernadores, esos sí, metidos y de a feo en líos peores, a quienes por lo mismo han tenido que sostener, proteger y blindar con el fuero impenetrable de la 4T, ese que es a prueba de testimonios, de videos, de grabaciones, acusaciones, documentos y evidencias de todo tipo acerca de sus tranzas, raterías y contubernios desde el poder, pero como son parte de la élite en la secta morenista, pues eso es lo que cuenta…

Además, se corre el riesgo de que si los sacrifican, entonces podrían soltar la sopa y cantar en Sol mayor, con lo que el embarradero sería de proporciones apocalípticas.

Entonces ¿qué es lo que debe hacer Marina para medio salir del actual broncón y atolladero en el que se encuentra?

Porque los ciudadanos ya han dado su veredicto y es que ya de una vez se vaya.

Que pida licencia al cargo de gobernadora y que se ponga en su lugar a alguien con mayor formación profesional, con verdadera capacidad, experiencia y preparación política, pero sobre todo, con la seriedad, compromiso, responsabilidad y sensatez que reclama un cargo de esa magnitud.

No obstante, Marina podría hacerle como el cantante que cometió varios errores en el transcurso de su presentación y fue abucheado fuertemente por el público que le gritaba a coro que se fuera, pero se aplicó y con gran aplomo y verdadera honestidad y sencillez, ofreció disculpas y le pidió a la audiencia que le dieran una oportunidad, por lo que conmovidos por ese gesto que notaron sincero, se la dieron y entonces el artista le echó todos los kilos, cantando con alma, corazón y cuerpo, logrando con ello una memorable y emotiva interpretación en la parte última al cierre de su concierto.

Al final eso fue lo que el público más recordó y no los errores del principio.

Así igualito le debe hacer la gobernadora hoy caída en desgracia, por culpa de ella misma y de su marido.

Es muy sencillo, aunque no es garantía de que los ciudadanos la vayan a perdonar, ya que la dama la regó y la sigue regando feo cada vez que habla o declara las barbaridades que dice y que sigue diciendo en cuanto tiene un micrófono enfrente.

Primero; que ofrezca disculpas a los bajacalifornianos y que reconozca que se equivocó, que la regó feo y que como el cantante, se va a aplicar para cerrar fuerte y en serio su gestión, tal y como lo debió de haber hecho desde el principio.

Segundo; que recurra a la agencia “Divorcios del Bienestar” y que ya se deshaga de esa lacra que aún tiene por marido.

La gente votó por ella y no por ese tipo, que está terriblemente traumado y con una enfermiza obsesión por la alcaldía de Tijuana, debido a la paliza que le puso Don Carlos Bustamante en el 2010.

Tercero; que corra al 90 por ciento de su gabinete, incluyendo a sus asesores, achichincles, cuentachistes y cargamaletas, pues todos no le sirven de nada, ya que no trabajan, no atienden y nada le solucionan y que contrate a gente experta, honesta, profesional, capaz y con verdadero espíritu de servicio, sin importar su ideología ni del partido que sean.

Cuarto; que deje de comportarse como chamaca y como si fuera una estrella de cine; también que no haga más tiktoks ramplones, ni Instagram ni Facebook y que reciba a los maestros, a los trigueros, a los colonos, a los transportistas, a los colectivos de mujeres y a las madres y familiares de desaparecidos y que se formen equipos de trabajo de verdad, no simulaciones, para sacar adelante poco a poco las peticiones y buscar solucionar las principales demandas.

Quinto; que haga una profunda reingeniería en la estructura del gobierno y en sus principales planes y programas, empezando por cancelar gastos de propaganda y publicidad, propiciar el ahorro cancelando compras de vehículos nuevos, remodelaciones de oficinas, gastos suntuarios, telefonía, comidas, festejos y viajes con cargo al erario y también reducir el sueldo empezando desde la propia gubernatura, miembros del gabinete, titulares de organismos y dependencias descentralizadas y funcionarios hasta el nivel de directores de área, entre otros.

Se ahorraría con ello un dineral y se generaría una bolsa presupuestal que podría ser destinada a cosas verdaderamente sustantivas, realmente útiles y de beneficio para toda la ciudadanía.

Difícil, casi imposible que suceda, pero se vale soñar…

Sin embargo; no se debe perder de vista que para Marina todo se detonó con el trancazo que vino del norte y que se dio a conocer a la opinión pública el pasado diez de mayo, en el mero Día de las Madres.

Y a partir de ahí sucedió tal y como si se hubiera abierto la caja de Pandora, esa que al abrirse dejó salir a todos los demonios que contenía, según cuenta esta leyenda de la mitología griega.

Igual le pasó a la gobernadora.

Desde entonces todo cambió, el cielo se le nubló y las estrellas se escondieron en el horizonte.

Y aunque la gobernadora trató de sonreír una y otra vez cada ocasión en la que tenía que salir en público, buscando aparentar que todo estaba bien y que no pasaba nada, no podía disimular la tremenda bronca en la que se encontraba y las señales estaban en su propio rostro y en su aspecto desaliñado, apesadumbrado y sin el brillo ni el glamour acostumbrado.

Al menos el que siempre y de manera impecable mostraba cuando se difundía a sí misma en su Facebook live y en las demás plataformas sociales a las que era asidua, casi de una manera obsesiva y compulsiva.

Pero de repente todo se vino abajo.

Y si las cosas no mejoran y siguen de mal en peor y sin bajar la intensidad de los golpes, tanto los de fuera como el fuego amigo atizado desde el interior, entonces lo mejor para Marina sería irse ya, antes de que la situación se torne todavía peor, porque en cualquier momento el gobierno de Estados Unidos podría soltar más información, con datos, cargos, nombres, “pelos y señales” de todo el cochinero en el que están y han estado metidos varios integrantes del jet set morenista actualmente en el poder.

Y de salir ella entre esta selecta lista cortesía de la DEA, del FBI, del Pentágono, de la CIA y de James Bond el agente 007, entonces sí que ni el mismo Yisus en persona la salvaría de esta…

Como sea, en buena medida ya perdió la legitimidad ciudadana y va a estar sumamente difícil que la recupere.

“Todo poder que no tenga límites no puede ser legítimo”.

Así lo sentenció Montesquieu, el gran filósofo francés nacido en París (1689-1755) planteando una visión muy adelantada para su tiempo, como lo plasmó en su magna obra “el espíritu de las leyes”, cuyo contenido aún sigue vigente hasta la fecha.

Y es que en efecto, la legitimidad la otorga la gente, la ciudadanía, y son justamente los propios ciudadanos como el conjunto de mujeres y hombres que integran el conglomerado social, quienes establecen los límites y los verdaderos contrapesos a ese poder que encarnan las autoridades, sobre todo cuando se organizan en contra de los abusos, de las injusticias y los excesos en los que suelen incurrir algunas autoridades, lo mismo que para exigir el respeto y el cumplimiento de las leyes y sobre todo, para demandar la dimisión de quienes hagan mal su trabajo y no cumplan como autoridades con las principales responsabilidades, compromisos y obligaciones para las que fueron contratados.

Hagan sus apuestas…

Se va o se queda…

Esta película política se va a poner peor de buena, por lo que la historia CONTINUARÁ