Desde mi sofá || Obed Silva
Tijuana, B. C. 7 de octubre de 2024.- En Tijuana existe un amplio consenso en el sentido de qué la seguridad pública es el reto número uno de la ciudad. Al mismo tiempo, el consenso se diluye
al momento en que se propone la manera de atender el problema.
Por un lado, hay quienes simpatizan con la idea de que el uso de las armas de fuego contra los delincuentes es la solución y por otro, están quienes sostienen que la solución es el combate a las causas sociales que producen el fenómeno.
Hace 16 años, en Tijuana se aplicó la estrategia del gobierno calderonista que privilegió la represión armada.
Dicha estrategia no dio el resultado esperado y propició que el crimen organizado adoptará armas y tácticas de tipo militar.
Al mismo tiempo, mediante inyecciones multimillonarias de dinero público, creció la industria de la seguridad. Produciendo la proliferación de asesores y servicios de tecnología para atender la demanda pública y privada.
Segmentos importantes de la seguridad pública se privatizaron y las ganancias de las empresas dedicadas al negocio crecieron en forma exponencial.
Con la llegada de la 4T el foco de la estrategia cambió y se puso el acento en las causas y no en los efectos.
El día de su toma de protesta, la Presidenta de México, Claudia Sheimbaum, definió cuatro ejes en materia de seguridad. El primero tiene que ver con la atención a las causas que generan la inseguridad.
Para que los ejes marcados por la Presidenta de México conduzcan a la meta propuesta es indispensable que los planes y programas estatales y municipales se alineen con la estrategia federal para combatir las causas.
De lo contrario, visualizar la procuración de seguridad a la población limitándose a las acciones policiacas, seguirá produciendo los insatisfactorios resultados.
En Tijuana, las adicciones son la causa que detona la inseguridad y que alimenta a una inmensa estructura económica del crimen organizado de la ciudad.
Miles de “tienditas” en la colonias y fraccionamientos de la ciudad abastecen el consumo de cientos de miles de adictos. Conformando una gran red de distribución por la que el narco pelea calle por calle, generando un interminable baño de sangre.
Los recursos públicos destinados para atender la enfermedad de las adicciones, comparados con los que se ejercen para comprar armamento, equipo, tecnología e infraestructura son ínfimos, dejando en manos de las familias de los adictos la atención de los cientos de miles de enfermos.
Decretar a las adicciones como una enfermedad epidémica en Tijuana, podría ser el inicio de la solución al problema de la seguridad pública, pues implica reconocer que la seguridad de las personas está íntimamente asociada a un fenómeno de salud pública que crece a diario.
Nomás por Joder
En política nunca hay que abrir la boca antes de tiempo.
• El autor es abogado, servidor público y analista político.
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