Apuntes | J. Enrique García Sánchez
Tijuana, B. C. 10 de diciembre de 2021:
Primer punto:
Si lo afirmado por 10 regidores de Tijuana este jueves es cierto, en el sentido de que indebidamente se convocó a sesión extraordinaria de Cabildo en la Delegación de La Presa sin cubrir el requisito de aprobar previamente el cambio de sede, el Ejecutivo Municipal encabezado por Monserrat Caballero, cometió un error garrafal.
El principal responsable sería el Secretario General del Ayuntamiento, y en la cadena de responsabilidades sucesivamente, su Secretario Particular (otra vez) y el Director de Asuntos de Cabildo. Suficiente para poner su cabeza en la cesta, porque podría asegurarse que metieron a la alcaldesa en un problema al provocar que exhibiera su ignorancia (y mire usted que es abogada y ex diputada local).
La otra posibilidad es que, aun sabiéndolo, todos ellos hayan decidido entonces convocar a Sesión de Cabildo importándoles un bledo el reglamento, lo que representaría entonces una torpeza política y un acto de desprecio a la ley, a sabiendas que esto tiene costo y se puede revertir, si alguien con dos dedos de frente impugna las decisiones que se hubieran tomado en la controversial sesión extraordinaria, diseñada para responder a las intentonas estatales por dividir el municipio de Tijuana.
Sería, por decir lo menos, una torpeza.
Punto dos:
Claramente no existe entre los regidores y el Ejecutivo Municipal, buena relación, porque una simple omisión técnica como esa pudo haberse subsanado sin trascender, pero evidentemente no hubo la intención de evitar el espectáculo. Pareciera incluso que a la alcaldesa, le urgía el rompimiento y el deslinde con quienes debería consensuar decisiones importantes para la ciudad durante los próximos tres años de gobierno, que apenas inician, una ruta francamente poco aconsejable.
Tal vez le resultaba estratégico y vital, dar un golpe sobre la mesa y enviar un mensaje de autoridad y fuerza.
Los ciudadanos atestiguamos con sorpresa un desplante incluso autoritario e irrespetuoso a los integrantes del Cabildo, a quienes golpeó y juzgó públicamente; a quienes solo faltó que dijera: “aquí mando yo y van a venir aquí al Cabildo las veces que yo quiera, y porque yo lo digo”.
En una expresión política de callejón, a la alcaldesa nomás le faltó sacar la charrasca y darle filo en el piso, mostrando con ello un manejo poco deseable en el jefe de la comuna, que se supone tiene un liderazgo no solo formal y debe tener un liderazgo real, sino una autoridad política ganada con la experiencia que dan los años, lo que evidentemente no tiene. Por un momento vino a nuestra memoria el caso del ex alcalde panista Juan Manuel “El Patas” Gastélum.
Y mire que en política es incluso válido hablar con firmeza y hasta rudeza si la ocasión lo amerita, pero hasta para eso se requiere talento, o por lo menos serviría tenerlo. Los gobernados de una ciudad que se auto proclama como la cuarta más importante del país seguramente lo agradecerían enormemente.
Punto tres:
El operador político por excelencia en un gobierno municipal, es el Secretario General del Ayuntamiento, a quien atañen jurídica y administrativamente los asuntos de Cabildo, pero es claro que no es el caso del actual titular de la dependencia. También es claro que la alcaldesa no tiene operadores políticos para algo tan importante como la relación con los regidores, pero tampoco asesores, o al menos buenos asesores.
El riesgo de todo esto, es que tengamos durante los próximos tres años un chivo en cristalería por Presidente Municipal, como si no hubiésemos ya tenido bastante, y mire que los regidores se cuecen aparte, y eso es harina de otro costal que amerita abordaje por separado.
Lo más triste es que El Chapulín Colorado ya no existe…
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