Desde mi Sofá | Obed Silva
Tijuana, B. C. 16 de mayo de 2023.- La historia humana consigna que mientras más profundos son los cambios sociales, más grandes son los obstáculos que enfrentan.
Los cambios que mayor impacto y sufrimiento producen a la gente son aquellos que ocurren a partir de la violencia, ya sea por las guerras de conquista o por las revoluciones armadas.
En la historia de nuestra patria se encuentra consignado el largo tiempo entre el acto de la declaración de independencia respecto de España y el fin de la guerra provocada por dicho evento.
Igual ocurrió con el movimiento de la revolución mexicana cuyo ciclo armado terminó un par de décadas después de su arranque a inicios del siglo pasado.
Buscando mejorar el entorno social, la obtención de la convivencia y la paz, llevaron a nuestra nación a construir un marco legal (pacto social) cuyo modelo garantiza la solución de controversia a través de instituciones reconocidas y aceptadas por la gran mayoría.
De ahí que a partir de 1991, los procesos electorales fueron cobrando un grado de certidumbre que permitió, en el año 2000, el relevo de la clase política que gobernó durante cinco décadas para después depositar, mediante el voto popular, la conducción de los asuntos públicos en manos de una corriente política opositora en 2018.
La decisión democrática y mayoritariamente aceptada en nuestro país del relevo presidencial en 2018 no fue suficiente para que los ganadores puedan imprimir los cambios que su plataforma política propuso pues la estructura política, administrativa y social del viejo régimen representa un fuerte valladar que lo impide.
La lucha que hoy presenciamos entre los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial con respecto a la decisiones que buscan modificar el status quo en México, son la continuación de lo que podía ser un largo proceso que pretende implantar un modelo social distinto al denominado “neoliberal”.
Proceso político que no es privativo solo de nuestro país, sino que se extiende por toda Latinoamérica y que, como en el pasado, enfrenta la resistencia de lo viejo que se niega a morir y del empuje de lo nuevo que está por nacer.
En su esfuerzo por abortar al nonato, las fuerzas políticas conservadoras de la derecha ejecutan en toda Latinoamérica y en México, una estrategia que la politóloga española Arantxa Tirado ha llamado “El Lawfare” (Golpe de Estado en nombre de la Ley) y cuya explicación se puede leer en su libro que lleva dicho título.
Es cierto que la elección de 2018 otorgó el mandato y legitimación al ganador pero eso no significó que los perdedores lo hayan asumido, ni mucho menos que quienes encabezan las instituciones públicas cimentadas por los derrotados lo acepten, de ahí el prolongado escenario de la lucha electoral que se ganó el 1 de julio de 2018.
¡Nomás por joder!
No solo hay que contar con la mayoría en el Congreso de la Unión, también hay que tener la habilidad para observar las normas del proceso legislativo.
- El autor es abogado y analista político.
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