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La lección del viernes 12

Desde mi Sofá | Obed Silva

Tijuana, B. C. 14 de agosto de 2022.- Según mí memoria, lo acontecido el viernes doce de agosto del presente año no tiene antecedente en la historia de Baja California, ni en los registros policiales de la entidad. Por eso, el hecho en sí mismo, es una fortísima llamada de atención acerca de que algo anda muy mal en materia de seguridad pública.

Lo evidente es que las fuerzas de seguridad pública federales, estatales y municipales fueron tomadas por sorpresa.

Al parecer, las áreas de inteligencia y prospectiva de las instituciones de seguridad pública se enteraron de la intención de los criminales hasta después del incendio provocado a unidades de transporte público en todas las ciudades de nuestro Estado.

De hecho, la alerta sobre el ataque sincronizado del crimen organizado se detonó al filo de las 19:20 horas cuando los operadores del crimen ya habían quemado varios camiones de pasajeros.

El informe oficial de la violenta jornada es de 24 vehículos incendiados, 15 en Tijuana, 2 en Mexicali, 2 en Tecate, 2 en Ensenada y 3 en Playas de Rosarito.

El terrorismo como forma de presión social se estreno en Baja California y lo más grave es que a la fecha no hay quién diga con toda claridad los motivos o las demandas de los terroristas.

La respuesta de las policías locales, la guardia nacional, el ejército y la marina se puso a prueba para evitar que las acciones terroristas continuarán y lo más probable es que la presencia policial inhibió la embestida, pero no sabemos hasta qué grado ni tampoco si los planes de los terroristas eran quemar más vehículos o escalar a otras acciones.

Por fortuna, el ataque no fue ordenado con la instrucción de causar la muerte de personas como sucedió en ciudad Juárez sin embargo, la capacidad de fuerza y organización evidenciada por los delincuentes demostró que pueden cegar la vida de las personas no involucradas con ellos, si así lo desean.

Por lo pronto queda claro que los criminales lograron los objetivos de provocar el terror entre la población, demostrar su presencia territorial en todo el Estado y revelarnos el alto grado de fragilidad en la que vivimos todos los días.

Otro rubro que quedó demostrado es que la estructura formal de participación ciudadana en torno a “comités y/o consejos de seguridad” son un mero adorno que solo sirven para legitimar al gobierno en turno.

La buena notícia es que lo acontecido fortalecerá de manera obligada la relación entre los tres órdenes de Gobierno pues las desgracias siempre unen.

La otra es que para los ciudadanos se abrió una vez más, la oportunidad de actuar e incidir de manera más activa en las decisiones que tomen los gobernantes respecto de la vida pública.

Pronto sabremos si aprendimos la lección que nos dejó el viernes de terror.

NOMAS POR JODER:

“La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora…, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos…” Ingmar Bergman.

Ojalá que La Hora del Lobo que vivimos antier hubiera sido solo una pesadilla.

• El autor es abogado y analista político