La Pura Polaka | Jaime Esquer D.
*No se va a retirar, ni se va a ir a su rancho ubicado en Palenque Chiapas; finca que él mismo bautizó como “La Chingada”.
*Solo hay que revisar su propia historia, para confirmar que nunca hace lo que dice que va a hacer y siempre termina haciendo lo que dijo, que no iba a hacer.
Mexicali, B. C. 1 de julio de 2024.- A un mes de realizada la elección presidencial, Claudia Sheinbaum camina hoy sobre un campo completamente minado.
Todos sus pasos, lo que dice, piensa y hace, absolutamente todo es vigilado, supervisado y evaluado desde Palacio Nacional.
Hasta hoy es poco lo que puede decidir sin la consulta y el visto bueno del presidente López Obrador.
Por ello, el anuncio de los primeros nombramientos de su futuro gabinete provocó agruras presidenciales, pues casi todos son de su círculo cercano y de extrema confianza, no de López Obrador.
La mayoría son perfiles profesionales bien vistos, ex colaboradores de su equipo, personas que la han acompañado en la propia Jefatura de Gobierno de la CDMX y a lo largo de su carrera en el servicio público en posiciones de responsabilidad, a excepción de Raquel Buenrostro, quien fue presentada como la próxima titular de la Secretaría de la Función Pública (lo que antes era la Contraloría) nombramiento que fue leído por los adivinadores de la política como la que se encargará de blindar los expedientes secretos que contienen al detalle todo lo referente a las obras del actual gobierno y los escándalos de corrupción y tráfico de influencias que se hicieron públicos, en los que presuntamente estarían involucrados hasta los hijos del presidente.
Pero en esta historia que apenas está por empezar, lo que más llama la atención es el excesivo narcisismo y protagonismo del presidente López Obrador, todavía mayor al que ha tenido a lo largo de su gobierno, donde él y solo él ha sido el único actor del reparto, aparte de director, productor, guionista, editor, argumentista, camarógrafo, cargador de mochilas y encargado de las luces y hasta de las palomitas, en esta película de terror llamada “la cuarta transformación” o “cuando el destino nos alcance”.
Que ya nos alcanzó…
La realidad es que Claudia Sheinbaum como la candidata a la presidencia que resultó ganadora se encuentra en un verdadero predicamento, pues por un lado aún no es “presidenta electa”, como incorrectamente muchos la refieren, ya que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como la máxima autoridad en la materia, deberá resolver primero las impugnaciones de la elección presidencial, en un plazo a más tardar hasta el 31 de agosto, para posteriormente sesionar y declarar la validez de la elección y su condición, entonces sí, de presidenta electa.
Por otra parte, está el papel de López Obrador, quien como mandatario nacional y con su excesivo protagonismo ha hecho caso omiso de la regla no escrita para un presidente saliente, en el sentido de que debe bajar el ritmo, alejarse discretamente de los reflectores y cederle poco a poco los espacios de poder y las decisiones a su relevo, a fin de facilitarle el acceso al mando y garantizar una transición ordenada y sin sobresaltos, particularmente cuando se trata del mismo partido en el gobierno y de la consabida continuidad política que se supone debe haber.
Al menos así es en el discurso, aunque ya en los hechos y en el ejercicio mismo del poder sea otra la realidad.
Aquí la cuestión es que AMLO no entiende eso y si acaso lo entendiera simplemente le importa un rábano, pues en su desparpajado comportamiento refleja que el del poder absoluto es él y lo seguirá siendo, incluso más allá del término de su mandato constitucional, que concluye precisamente el día último de septiembre.
No se explica de otra manera el absurdo capricho de su parte (aunque suene a pleonasmo) el hecho de dejarle sembrado el camino a Sheinbaum con bombas a punto de estallar, como es el caso de las veinte iniciativas de reforma con carácter de urgentes, mismas que cuando fueron anunciadas por ese solo hecho del anuncio reaccionaron negativamente los mercados financieros, pues se cayó la bolsa y el peso se depreció frente al dólar en casi un diez por ciento ( así le llaman ahora a las devaluaciones) aunque luego se recuperó.
Entre estas reformas sobresale la del Poder Judicial, que busca desaparecer la estructura de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y sustituirla por jueces y magistrados, que según la visión de López Obrador, serían nombrados por “el pueblo” en una especie de consultas populares y elecciones a modo, que hasta hoy nadie ha entendido ni entiende y tampoco se sabe como se van a hacer ni con que criterios de evaluación se van a llevar a cabo ni quien las va a supervisar.
Todo un galimatías que no es otra cosa que la justificante de López Obrador para consumar su propia venganza personal contra la Corte Suprema por no plegarse a sus caprichos, donde lo que realmente pretende con esa supuesta reforma no es en sí mejorar al Poder Judicial, sino más que nada sustituir a sus actuales integrantes por otros que sean afines y totalmente alineados y sumisos a su proyecto político de continuidad transexenal.
No quiere saber nada de autonomía entre los poderes ni de independencia ni de contrapesos ni nada que se le acerque o se le parezca.
Y es que el presidente López Obrador no quiere dejar de ser presidente.
No está preparado para ello.
En su visión de las cosas él cree que no debe irse y continuar en el cargo y así lo refleja en el comportamiento asumido, donde no le ha cedido ni siquiera un milímetro de espacio a Claudia Sheinbaum, a quien ha rebajado y casi la ha invisibilizado al colocarla en un segundo plano, solo en calidad de acompañante y no como la ganadora de la elección, a pesar de que para muchos sectores de la población exista aún el convencimiento de que hubo múltiples inconsistencias, irregularidades y cosas raras en el proceso electoral que presumen la existencia de un monumental fraude.
Sin embargo, eso y la validez misma de la elección solamente lo habrá de determinar la máxima autoridad electoral, en este caso el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)
La bronca es que sus integrantes son siete magistrados y para sesionar y que sea legal deben estar presentes por lo menos seis y actualmente ese máximo cuerpo colegiado está mocho; es decir, solamente hay cinco togados, pues dos de ellos salieron por haber concluir su periodo y en el senado de la república -que es donde los eligen- se negaron una y otra vez a sesionar para nombrar esas dos vacantes, se dice que deliberadamente como una estrategia ya que esto representaba un as bajo la manga que tenía el partido en el poder para utilizarlo en caso de que la oposición hubiera ganado la elección presidencial y así poder tumbársela desde ese tribunal, pero más allá de esa especulación, lo que trae en un verdadero estado de incertidumbre a la doctora Sheinbaum es lo que pudiera suceder con la declaratoria de validez de la elección presidencial, ya que hasta hoy el Tribunal Electoral no puede sesionar con cinco magistrados y la determinación para esa declaratoria tiene como fecha tope el día seis de septiembre.
Claudia Sheinbaum tiene razones de sobra para andar preocupada, pues está completamente sujeta y sometida a López Obrador cuando debería estar trabajando de lleno en lo que será su plan de gobierno, en la prospectiva para los siguientes seis años, en la afinación de su equipo de trabajo en el gabinete y en el diseño de las estrategias que se habrán de desplegar para medio detener y empezar a arreglar el cochinero, principalmente en materia de inseguridad y violencia, salud, educación, economía e inversiones, generación de energía, producción agropecuaria y pesca, cuidado del agua y del medio ambiente entre otros temas relevantes, pero tiene que cuidarse del propio mandatario que no quiere dejar de serlo…
Ya hasta le quiere imponer a sus hijos como funcionarios del gabinete…
Habráse visto…
La bronca es que al señor ni ella ni nadie le puede decir que no…
Y queda todo julio, agosto y septiembre.
Pudieran ser tres meses históricos donde en un descuido y se podrían ver cosas nunca antes vistas…
¿Será verdad que López Obrador en realidad se va a ir y se va a retirar así nada más como así?
Los espíritus de los oráculos y profetas del apocalipsis que insisten en reunirse todavía en lo que queda del Sanborns dicen que viene un golpe de estado…
A la mexicana, pero golpe al fin…
Y qué tal si el ex peje se termina de alocar, ordena armar un desmother, mete al ejército y se hace una rebatinga peor y en medio del desgarriate y de la humareda decide decretar el “estado de excepción” para justificarse y extender con ello su mandato “solamente por dos años más” en lo que se normaliza la república, las cosas se apaciguan y las aguas regresan a su cauce…
Así más o menos parecido le hizo el Hugo Chávez y duró como 20 años en el poder en Venezuela…
Y se fue solo porque se murió…
Pero antes dejó al Nicolás Maduro quien ya lleva once años y va por más…
Con razón doña Claudia trae la cara que trae…
Y a propósito:
¿Y Xóchitl?
¿Dónde está y qué está haciendo?
Aparte de dar una que otra entrevista y recorrer programas de televisión donde se justifica echándole duro a los “Markos y Alitos” del PAN y PRI, es fecha en la que aún quedan muchas dudas de su proceder la noche misma del día de la elección, cuando de manera arrebatada y adelantada para muchos, salió a cuadro en la televisión para declarar ganadora a Claudia Sheinbaum y felicitarla por su triunfo…
Cuando con el enorme liderazgo que traía era para que, si así se lo hubiera propuesto, hasta podría haber paralizado al país inundando las calles, plazas, edificios públicos y avenidas en protesta por las múltiples irregularidades y la abierta y grosera intervención del presidente en lo que fue considerado como el ejemplo más claro de una “elección de estado”.
Pero no lo hizo y prefirió ceder la plaza.
Para muchos su declaración asumiendo anticipadamente la derrota fue una tremenda imprudencia, por decir lo menos, pero para otros, fue la confirmación de que todo fue una gran farsa y un enorme montaje con el que le vieron la cara a millones y millones de ciudadanos, mujeres y hombres, que confiaron y creyeron en la esperanza y en que la lucha por la democracia era de verdad…
A lo mejor y realmente fue como le hacen en las peleas de la lucha libre, donde todos son bien camaradas, actúan y fingen el pleito todos perfectamente coordinados y terminando el encuentro se van juntos a echarse unas cheves.
La realidad es que la política, más allá de colores, ideologías y partidos, es una verdadera porquería, por decirlo elegantemente…
Los capítulos de esta película política avanzan y hay que estar pendientes porque el episodio siguiente amenaza con ponerse todavía peor de espeluznante, así es que no se levanten ni al baño, porque en un descuido y ya para cuando regresen estos locos degenerados que dizque gobiernan ya hasta le cambiaron de nombre al país…
Aguas..!!!~ 𝗖ontinuará…….
• El autor es escritor y analista político; las opiniones de los columnistas de este portal, son su responsabilidad.
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