La Pura Polaka | Jaime Esquer D.
Mexicali, B. C. 22 de abril de 2024.- En un complicadísimo escenario nacional por la gran cantidad de problemas existentes, destacando principalmente el de la inseguridad y la violencia, cuya secuela de asesinatos de
alto impacto ronda ya la cifra de 190 mil muertos, manchado además por una serie de vergonzosos escándalos de corrupción de rutilantes estrellas del morenismo en el poder, -incluida la propia familia presidencial y la candidata morenista al gobierno de Veracruz Rocío Nahle, entre muchos otros- y que uno tras otro han rebasado ya la capacidad de indignación y asombro de la sociedad mexicana, la candidata presidencial del oficialismo Claudia Sheinbaum está obligada a hacer algo poco menos que imposible, que es tomar distancia del presidente López Obrador y marcar una clara diferencia con lo que es y representa actualmente su gobierno, a fin de establecer con ello una identidad propia que haga despertar de nuevo el sentimiento de esperanza, confianza y certidumbre entre la gente.
Es decir; que la candidata presidencial debe dejar en claro que es necesario continuar con el proyecto actual, pero reconstruido, recargado, renovado y enfocado hacia otras formas y caminos, que hagan posible reconciliar y unir lo que hoy está confrontado y desunido, en medio del mar de problemas que no solamente siguen sin solucionarse, sino que se han multiplicado y han detonado en otras problemáticas iguales o peores, tal y como se puede observar actualmente en cualquier sector, rubro o actividad de la vida nacional en todo el país y en sus habitantes.
Sin embargo, hacerlo así sería para la candidata Sheinbaum marcar una especie de rompimiento con el presidente López Obrador, pues partiendo de su personalidad cerrada, obcecada y su estilo de liderazgo autoritario y vertical, ello no sería procesado por AMLO como algo necesario para la salud y la continuidad del proyecto político, sino que en su visión equivaldría a una traición política, más que a una estrategia de campaña para marcar diferencias y ganar simpatías ante el electorado.
La realidad es que a cinco meses y nueve días de concluir su gestión y en una visión retrospectiva de su gobierno, se podría decir que al presidente López Obrador nada le salió bien, solo su discurso que le sirvió para negar, ocultar, evadir y disimular la realidad de sus fracasos en cuanto programa emprendió, ya fuera en el rubro de la salud, de la reactivación de la agricultura y del campo mexicano, de la educación, el deporte, el arte y la cultura; del desarrollo y bienestar social y del medio ambiente, de las obras de infraestructura, del sector turístico, del agua y recursos hídricos y forestales, de la economía y del empleo y principalmente en el sector de la seguridad, donde la estrategia fue que no hubo estrategia, pues eso de “abrazos y no balazos” a los delincuentes fue una abierta invitación a delinquir y a hacer y deshacer en absoluta impunidad, ya que las autoridades responsables nada hicieron, tanto las del orden federal por ser la principal y más completa fuerza respondiente, como las del orden local, que ni siquiera actuaron ni actúan para medio frenar el progresivo avance y el control territorial de los grupos delincuenciales, ante la indefensión, el terror y la impotencia ciudadana.
Ante esta disyuntiva resulta claro que hoy en el país se debaten dos proyectos de nación que se advierten como diametralmente opuestos entre sí, en el caso de las dos aspirantes a la primera magistratura de México; Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez.
Y es evidente que se contraponen porque un proyecto representa por un lado la continuidad de lo que es actualmente el gobierno del presidente López Obrador, argumentando que se requiere construir lo que llaman “el segundo piso de la cuarta transformación”, donde la morenista Claudia Sheinbaum varias veces ya ha dado a entender -quizá en una traición del subconsciente como ya le ha sucedido- que se requiere cambiar la Constitución para hacer realidad muchos proyectos que se han quedado atorados; es decir, quitar esta Constitución y poner otra nueva, pues la referencia ha sido no en el sentido de reformarla, sino de cambiarla.
Quizá por ello ha sido tanta la insistencia en el llamado “Plan C” que repiten y repiten como mantra hasta el hartazgo, que aparentemente significa con “C” de Claudia o con “C” de Continuidad, pero que en realidad es con “C” de Control; es decir, de lograr la mayoría absoluta y también la calificada en las cámaras de diputados y de senadores con morena y sus aliados, para así controlar totalmente el congreso federal y poder con ello aprobar sin ningún problema, freno ni contrapeso alguno, cualquier reforma que se les ocurra a las leyes vigentes o cambios a su antojo y a su beneficio en la Constitución.
Pero el verdadero interés de fondo que subyace sería el de cambiar a la propia Constitución y sustituirla por otra más al modo de la llamada cuarta transformación; una en la que para ellos no existieran frenos ni limitaciones ni contrapesos ni desacatos de ningún tipo, como lo representa y sí lo es sin duda la actual Constitución mexicana, denominada también como Carta Magna, al ser la rectora de la vida nacional y de todos los mexicanos.
O sea, para decirlo en términos de la cacareada 4T, ello equivaldría a crear una especie de “Constitución del Bienestar”…
El dilema se antoja difícil y muy complejo para la candidata Sheinbaum, porque de continuar así como hasta ahora, con una ventaja simulada que solamente existe en los contratos que firman las empresas promotoras y publicitarias, los medios de comunicación y las casas encuestadoras al servicio del poder, pero particularmente de seguir engañando y auto engañándose comprando seguidores en las redes sociales y llenando sus eventos de campaña con público simulado y acarreados de la nómina gubernamental, entonces podría haber resultados inesperados y muy dolorosas sorpresas llegado el momento de la elección.
La otra opción es la ruptura con el presidente y caminar con fuerza e identidad propia y sobre todo, con luz propia y no bajo la figura y la sombra de López Obrador, como ha sido hasta ahora.
Pero ello equivaldría sin duda a un suicidio político.
Mientras tanto, por la otra vía camina una mujer que como candidata presidencial de la oposición enfrenta el durísimo embate de toda la estructura y fuerza del estado, ataque encabezado por el propio presidente López Obrador, quien un día sí y el otro también intenta descarrilarla por todos los medios y formas posibles e imaginables, con el propósito de sacarla de la contienda presidencial, al ver que en muy poco tiempo se ha convertido en una figura nacional que representa un verdadero contrapeso al poder y que a pesar de todos los obuses y golpes en su contra, Xóchitl Gálvez ha logrado capturar la atención y la empatía ciudadana de una manera real y natural, convirtiéndose con ello en una alternativa y en una verdadera opción política para muchos, despertando una esperanza para atender y lograr solucionar los grandes problemas y las múltiples necesidades que hoy vive el país y alcanzar con ello la anhelada unidad y la reconciliación nacional, por medio de un gobierno que verdaderamente sea para todos, más allá de colores, de banderas y diferencias políticas, ideológicas o del cualquier tipo…
Pero el presidente y toda la estructura del poder de su gobierno y del propio partido, cual secta todos unidos como uno solo, se le están yendo a la yugular a la candidata opositora, sin reparar en que eso mismo fue justamente lo que le hicieron desde el poder a López Obrador cuando fue candidato presidencial, como una forma de intentar frenarlo o impedirle que pudiera llegar a ser presidente de la república, pero entre más le pegaban más fuerte lo hacían…
Así ellos mismos igualito están procediendo hoy con Xóchitl, que entre más la golpean, entre más la atacan y le inventan infundios para desacreditarla y descarrilarla, más simpatía, reconocimiento y empatía logra con la gente…
Pero como dice el cásico:
“No entienden que no entienden”…
En fin.
Ya transcurrieron 50 días de campaña y restan 40 más para que concluyan y luego el 2 de junio será la elección presidencial.
El tiempo avanza inexorablemente y el segundo debate presidencial será el domingo 28 de abril, por lo que se espera que luego de los evidentes errores y fallas técnicas y de organización en el primero, -que hasta sacó de onda a los tres contendientes- este sea mejor y sobre todo, que también acuda la candidata Sheinbaum, pues se especuló mucho que después del primer encuentro donde salió raspada y se quedó callada, al no responder ni aclarar varias de las acusaciones y señalamientos sobre corrupción que le hiciera la candidata opositora, fue duramente reprimida y regañada personalmente por el propio presidente, pues según él no debió haber guardado silencio ante los señalamientos y sí defender su gobierno, sus programas y sus obras de beneficio social.
Cierto o no, pero se especuló que así fue y lo aseguraron los oráculos, delfos y adivinadores de los cafés políticos, quienes entre el humeante y aromático sabor que despide esta imprescindible bebida, con los ojos en blanco y en profundo trance espiritual pronosticaron que en esta elección presidencial va a suceder lo que dijera el gringo pocho…
Gonna fly hairs Baby.
(Van a volar pelos)….
Pero esta historia 𝗖ontinuará…….
• El autor es escritor y analista político; las opiniones de los columnistas de este portal, son su responsabilidad.
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