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De error en error

La Pura Polaka | Jaime Esquer D.

“Cada día que pasa no es uno más; es uno menos”

Mexicali, B. C. 16 de febrero de 2024.- Pudo más el ego y el tremendo narcicismo presidencial que la propia salud y la necesidad de cuidarla y preservarla, como lo dicta el más elemental sentido común.

Pero la enfermiza obsesión del presidente López Obrador por los reflectores de la televisión y la necesidad de ser él, primero él y solamente él quien lleve la voz cantante del gobierno, lo hizo salir a dar su conferencia mañanera, a pesar de una severa infección ocular llamada orzuela, conocida popularmente como “tutupiche” y que en la región del norte de México se le llama “perrilla”.

El presidente, como lo hace cualquiera del mundo, bien pudo haberse resguardado y esperar un día, dos o más, despachando los asuntos de la presidencia a su cargo y no salir ni mostrarse ante las cámaras, privilegiando con ello su salud aunque el problema fuera leve y especialmente para cuidar la imagen y la institución presidencial, pero eso le valió gorro y a su estilo, impuso su voluntad como siempre lo ha hecho y salió a dar la cara al público, tal vez pensando que la gente al verlo así en esa condición iba a sentir compasión, lástima o alguna consideración por él. 

No lo hubiera hecho.

Porque lo que se percibió fue una figura proyectando una expresión grotesca y en cierta forma hasta desagradable, no propia para lo que debe ser la imagen de un  líder y mandatario nacional, cosa que a López Obrador siempre le ha valido un  rábano, por lo que desató de inmediato una tremenda burla en las redes sociales y un interminable e inmisericorde escarnio de la figura presidencial, con memes, videos arreglados y caricaturas donde se mofaban del aspecto del presidente:  “ojito de AMLO” “el tutupiche del Bienestar”, “la perrilla presidencial” y “AMLO Cuna de Robos”, entre muchos otros.

Y aquí surgen de nuevo las preguntas:

¿Qué no habrá una mente mínimamente inteligente, sensata y sobre todo valiente entre sus colaboradores que se atreva a decirle la verdad?

¿Por qué ese afán de hacer una y otra vez el ridículo?

¿Realmente no verán con la seriedad requerida ni dimensionarán la magnitud del desastre que se está viviendo en muchas regiones del país donde prácticamente no hay autoridades ni gobierno, pues la delincuencia es la que se ha apoderado del control de territorios completos?

¿O eso de salir con la “perrilla” bien gacha sería a propósito para que se hablara de ello, como una estrategia para desviar la atención del otro escándalo que sigue super caliente y que lo involucra con el narco y los supuestos apoyos recibidos para su campaña?

Este último planteamiento hipotético tendría cierta lógica, pues no es concebible ni comprensible tanta “falta de agricultura” diría el gran Cantinflas; o tanto exceso de pendejez, para decirlo así como habla llanamente el pueblo, ese al que tanto alude el propio presidente, pues lo mandaron prácticamente al matadero al exponerlo a que saliera así, proyectando una imagen verdaderamente deplorable, lamentable y por demás patética, además de indebida e inadecuada para un presidente.

Y esa hipótesis del elemento distractor concuerda, porque en el ambiente político aún prevalecía -y sigue prevaleciendo-  la tendencia “NarcoPresidenteAMLO”, “NarcoGobiernoAMLO”, “NarcoCandidataClaudia” que colapsó los sitios de internet por el asunto de la DEA y las acusaciones del periodista Tim Golden, lo que constituyó un fuerte golpe  que pegó de lleno al presidente como si fuera un cruzado de derecha de Mike Tyson y no solo lo tambaleó feo, sino que mandó a la lona momentáneamente a su candidata presidencial Claudia Sheinbaum, pues el efecto rebote fue directo y multiplicado hacia ella.

La realidad es que de unas semanas a la fecha el presidente se ve muy deteriorado, como que dio el “viejazo”, además de que  luce sumamente molesto y sacado de onda, acusando tal vez los efectos del desgaste de más de cinco años de ejercicio del poder con el mismo rollo y las mismas  recetas y mentiras que parecen ya no funcionarle igual, pues mientras él se quedó estacionado en el mismo escenario y con el mismo discurso, la sociedad avanzó y se movió a otro muy distinto que ya no corresponde ni se identifica con la visión y la discursiva presidencial, principalmente en el caso de los jóvenes, segmento poblacional que integra poco más del 30 por ciento del total del padrón electoral nacional, considerando a los de 18 a 29 años de edad, casi una tercera parte del total.

Es decir, si se considera que al último corte el total del padrón nacional es de casi 100 millones de electores, se estaría hablando entonces de un universo de poco más de 30 millones de potenciales votantes, de los cuales muchos jóvenes de este segmento  lo harían por primera vez, en este caso los de 18 años recién cumplidos, mientras que el resto, si acaso estarían votando por segunda vez en cuanto a una elección presidencial y sería un porcentaje muy reducido.

Aquí la cuestión es que ni el presidente López Obrador ni su gobierno tienen un discurso llamativo, motivador y particularmente de empatía hacia este amplio sector poblacional, más allá del anzuelo de los programas y apoyos económicos clientelares otorgados a los llamados “ninis del Bienestar” disfrazados de becas.

Pero lo más grave -y peligroso para el propio presidente y para el partido en el poder y su candidata presidencial-  es que en la perspectiva de estos jóvenes de entre 18 y 29 años de edad, existe poca o casi nula identificación y empatía con lo que representa el actual mandatario nacional y su proyecto; es decir, no hay correspondencia, pues mientras uno ve hacia el pasado, y no solamente al inmediato anterior, sino a un pasado de varias décadas atrás; ellos como jóvenes ven el futuro desde la perspectiva del presente actual, no el de la época que retratan las películas de Pedro Infante.

El escenario no pinta nada bien en el olimpo morenista y en la república de los “otros datos” porque la verdadera realidad sale a flote todos los días,  con una sociedad golpeada, vejada y abandonada a su suerte  por las autoridades, donde los ciudadanos mujeres y hombres  viven en carne propia el deterioro de un sistema de gobierno que los engañó, desde el momento  mismo en que les vendió la esperanza de una manera como nadie lo había hecho antes, pues les prometió también como nadie lo había hecho antes, una transformación que es inexistente  pues nunca llegó y solo forma  parte de los discursos, de las simulaciones y mentiras  y de una retórica repetitiva y gastada del presidente y de todo su aparato de  gobierno

Hoy, en la recta final de su gobierno y a solo siete meses y días de concluir y a tres meses y medio de una incierta elección presidencial, el presidente López Obrador luce muy demacrado y tal pareciera que se le vinieron los años de golpe y que se le juntaron todos los demonios.

Rodeado de un negro panorama en el que a pesar de todo su poder empezará a sentir el dolor del abandono y la traición, si no es que ya lo está sintiendo, el presidente insiste en seguir de error en error, ignorando a su peor enemigo en estos momentos, que es el tiempo.

Ya no le queda más.

Si acaso preparar la entrega y tratar de lograr por lo menos una salida digna, aunque fuera pactada.

Pero eso se ve poco menos que imposible, pues los adeudos son muchos, los agravios son más y los pecados de plano no le caben en las maletas.

Sin embargo, ignorando la realidad como lo ha hecho siempre, reitera en los agravios, se sigue metiendo en el proceso electoral y de nuevo viola la ley, pues en su libro que dio a conocer y que promocionó desde las mañaneras, ese que dice que él lo escribió aunque no hay pruebas de ello, -igual que los anteriores- ahí en ese nuevo libro pone como palo de gallinero a la candidata presidencial del Frente Opositor Xóchitl Gálvez y lo menos que dice de ella es que es “ladina, clasista y racista”.

Esto definitivamente se podría configurar -otra vez- como violencia política en razón de género y tipificarse como un delito, además de meterse -otra vez también- a un proceso electoral que ya está en marcha, aunque se encuentre momentáneamente en receso por este intervalo espacio-temporal que nadie entiende ni justifica, llamado “inter campaña”.

Pero el presidente no asimila ni entiende que debe respetar la ley y que está obligado a cumplir con la Constitución; esa misma Carta Magna que en aquel ya muy lejano primero de diciembre de 2018 protestó y juró cumplir y hacer cumplir.

Pero eso le vale.

Sin embargo, pese a todo ello hay una realidad que al presidente y a su partido los trae bien jodidos y no se trata solamente del desastre nacional por la sangrienta crisis de inseguridad y las de salud, energía, empleo, educación, medio ambiente, servicios y ahora también por la falta de agua: 

Se trata especialmente de la Marcha Nacional por la Democracia del domingo 18 de febrero, en la que participarán 107 de las más importantes ciudades del país y 207 organizaciones representativas de la sociedad mexicana, cuya concentración principal será en la CDMX, donde el grito de guerra de esa sociedad organizada será para exigirle al presidente López Obrador que ya no se meta más en la elección presidencial; que ya cese la propaganda cínica, indiscriminada y descarada que en todo el país se realiza en favor de su candidata presidencial y que los gobernantes del partido oficial, desde gobernadores, legisladores federales y estatales, alcaldes y regidores,  saquen las manos y dejen ya de apoyar desviando dinero y recursos públicos en favor de las candidaturas del partido morena.

Hoy las cosas realmente se le complican y se le ponen peor de feas al presidente y a su partido, con una DEA del gobierno estadounidense que los tiene en la mira y con el dedo puesto en el gatillo, pues en los círculos rojos del poder en México se dice que en ese país y particularmente en la corte de Nueva York, existe evidencia suficiente para procesar por narcotráfico nada menos que a Mario Delgado.

Sea cierta o no esta conjetura o especulación política-policiaca, la realidad es que últimamente al dirigente nacional de morena se le ha visto muy fregado, agachado, agüitado, sin chispa, más ojón que de costumbre y con ojeras hasta en las ojeras.

Así se evidenció al salir en la tele casi a punto de llorar a moco tendido por la campaña negra que dijo se estaba haciendo en contra del presidente López Obrador, en la que se le acusa de narco y que costó un millón de dólares, según el “contador” Mario Delgado.

Sin embargo, por a’i dicen que en el Departamento de Estado allá con los güeros y en la DEAlado tienen “otros datos” y un teléfono celular con lada de Nuevo León muy pero muy comprometedor…

Eso dicen que dicen…

A lo mejor y por eso mister Big Frog Eye y compañía traen DEArrea…

Y pa´cabarla, doña Claudia que por fin salió del encierro, al igual que el “ojón” casi lloró de impotencia por lo de los debates presidenciales que ya autorizó el INE, pues dijo que la institución educativa que será la responsable de coordinar las preguntas, no es de su club de fans, sino todo lo contrario…

A lo mejor y de la desilusión y por la falta de garantías guindas, la doctora Sheinbaum decide no ir a los debates, igualito como le hizo el entonces “peje” (con todo “repeto”) en el 2006 cuando no se presentó a debatir, pero por esa causa entre otras fue que perdió la presidencia…

Y mientras tanto, la Chóchil Gálvez después de su gira en Estados Unidos, en la que parafraseando a doña Delfina Gómez le fue “requetebién”, viajó a España, donde hizo chuza con la clase política y empresarial de por allá y pues ya sabrán acá el dolor de Andrés… 

De por sí… pero mejor hasta aquí calmado el venado y le seguimos en la próxima edición, no vaya a ser y en vez de agua luego lluevan pedradas…tan muy enojados. 𝗖ontinuará……. 

• El autor es escritor y analista político; las opiniones de los colaboradores de este portal son su responsabilidad.