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El recuento de los daños 

La Pura Polaka | Jaime Esquer D.

“𝘕𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘧𝘦𝘤𝘩𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘶𝘦, 𝘯𝘪 𝘱𝘭𝘢𝘻𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘴𝘦 𝘤𝘶𝘮𝘱𝘭𝘢”. 

Mexicali, B. C. 8 de enero de 2024.- A ocho meses y 23 días de que concluya su gobierno, el presidente López Obrador insiste en negar y  en desconocer la realidad de los problemas que a nivel de crisis se manifiestan ya en casi todo el país y como si el sexenio apenas fuera empezando, sigue aferrado  reiterando

su mismo discurso y  sus mismas promesas de siempre,  utilizando el recurso infalible del engaño y la simulación para manipular a las masas, que ha sido su principal divisa a lo largo de su administración, como el gran maestro que es en estas artes, propias de los grandes magos para disimular sus trucos mientras distraen y engañan a los espectadores.

Y el presidente niega y evade siempre lo que sucede con una frialdad digna de admiración, a pesar de los números, de los datos, evidencias y testimonios que por todos los rumbos del territorio nacional dan muestra de la grave descomposición social existente, principalmente en el tema de la inseguridad y la violencia, con imágenes sangrientas, explícitas y abrumadoramente descarnadas, que dejan chiquita a la peor película de terror.

La carnicería que se vive todos los días no puede ocultarse ni disimularse, como tampoco se puede justificar la inacción de las autoridades y la ausencia casi absoluta de estrategias para enfrentar los múltiples y cotidianos hechos de inseguridad y de violencia, pues resulta evidente que ni siquiera existe un plan o un mínimo programa gubernamental para ese fin.

Todo se reduce solamente a realizar acciones de reacción; es decir, que se llevan a cabo después de presentados los acontecimientos violentos, sin un protocolo de prevención ni de coordinación e investigación, lo que en pocas palabras significa que los cuerpos de seguridad, llámese Guardia Nacional, agentes federales, estatales o municipales y hasta el propio Ejército y la Marina, solamente dan bandazos, hacen presencia y simulan que realizan recorridos por las zonas en conflicto, -muchas veces sin siquiera bajarse de los vehículos- y permanecen unos días en esos lugares y después, ya cuando ese hecho sangriento dejó de ser noticia porque sucedió otro igual o de peor magnitud en otra ciudad, entonces se van y se trasladan a esa otra zona de conflicto, pero sin resultados efectivos.

Y así es la misma secuencia y el mismo librito de un lugar a otro.

Se van de Guerrero a Zacatecas y de ahí a Michoacán, luego a Chiapas y después a Baja California, al estado de México o a Veracruz y Sinaloa o a Tamaulipas, Puebla o Guanajuato y a cualquier otro estado donde una masacre más sea la tendencia informativa principal  por su trascendencia e impacto en todo el país.

La gente en las ciudades solo ve pasar los vehículos con soldados, pero casi nunca se habla de arrestos y detenciones, ni de que decomisaron grandes cantidades de drogas y enervantes, de armas, municiones y vehículos, como tampoco se difunde que desactivaron bandas criminales y menos que asestaron golpes a sus sistemas financieros.

Todo es puro show.

Es como un gran circo.

Pero lo mismo sucede en cualquier otra área del gobierno, ya que es la misma situación en el sector salud como lo es también en educación, en investigación, ciencia y cultura, en las áreas de agricultura, economía, pesca, recursos forestales, medio ambiente y cuidado del agua, en obras e infraestructura y hasta en el área de deportes, donde en esta en particular lo que más se sabe son los escándalos de corrupción de su titular, quien en un tiempo fuera considerada una verdadera gloria del atletismo nacional e internacional.

Todo en este gobierno de la autollamada “cuarta transformación” se reduce a simulación, improvisación, manipulación y mentiras.

Porque ha sido evidente como en  todas las áreas gubernamentales prevalece un total desorden y como ejemplo están las de seguridad, salud, educación, obras, servicios y medio ambiente, entre otras,  en virtud de que desde el inicio mismo de la administración llegaron y desmantelaron por completo las estructuras del gobierno y sin un  estudio técnico y metodológico previo y sin la menor contemplación, desaparecieron de golpe programas completos que eran muy importantes y benéficos para los ciudadanos, como el Seguro Popular, las escuelas de tiempo completo, las estancias infantiles para madres solteras trabajadoras, los refugios para mujeres violentadas o víctimas de la violencia, los comedores comunitarios, las casas y  programas de apoyos al migrante, las becas para estudios de posgrado en el extranjero,  los apoyos a la investigación científica, al cine, a la cultura  y las artes y más de cien fideicomisos, entre muchos otros programas y organismos que fueron barridos del mapa.

Acabaron con instituciones y organismos completos y movieron el organigrama a lo burro, sin el menor sustento ni rigor metodológico,  técnico ni científico, aunado a que corrieron a miles de servidores públicos de mandos directivos medios que tenían  una amplia carrera profesional de varios años dentro de las instituciones gubernamentales, desperdiciando con ello sus talentos, conocimientos  y capacidades, pues eran los que realmente le sabían a todo el movimiento y funcionamiento programático, financiero, técnico  y presupuestal y que con su trabajo representaban prácticamente la columna vertebral del gobierno.

No les importó y los desplazaron a la brava para meter a puros grillos, a fanáticos aduladores del presidente, algunos de ellos sin los perfiles profesionales y otros hasta sin carrera universitaria y hubo quienes solamente tenían nivel de bachillerato y fueron nombrados en importantes posiciones directivas y de mando, privilegiando así el amiguismo, la doctrina ideológica, la sumisión y la obediencia y lealtad ciega por encima de la capacidad, la experiencia y los conocimientos requeridos para esos cargos

Los resultados empezaron a saltar a la vista.

El aparato de gobierno se llenó literalmente de “analfabetas funcionales” y se notó de inmediato con garrafales e imperdonables errores.

Proliferaron por todos lados  puros burros y mediocres, -aparte de ser unos verdaderos pillos, peor de corruptos y ratas que los anteriores- pero eso sí; todos muy leales y siempre sumisos al presidente,  hasta el grado de  la ignominia.

Por ello, ahora que inicia el ocaso de su gobierno, en el recuento de los daños se puede hablar  de una  destrucción y devastación brutal y casi total, que habrá de ser dimensionada y debidamente cuantificada hasta después, ya cuando deje de ser mandatario, porque mientras tenga el poder presidencial, así sea el último día y por un minuto,  no va a reconocer  nada; ninguna falla o error, ni siquiera uno mínimo, pero  aunque no lo quiera admitir y con todo el dolor de su alma, tendrá que asimilar que su gobierno inició ya la fase fatídica del conteo final.

Sin embargo, ni así lo reconoce y tan es así que sigue e insiste en decir que todo está bien, que la gente está bien y que todos viven bien y que en el tema de la salud se ha exagerado, pues todo se debe según él a las “politiquerías” de sus adversarios para desacreditarlo. 

Según el presidente, lo del brutal y criminal desabasto de medicamentos que se manifestó desde el principio es solo un invento, al igual que la falta de equipos y material médico y quirúrgico y la baja calidad e insuficiencia de los servicios en los hospitales públicos.

Ha dicho y asegurado reiteradamente que eso no es cierto, que sí hay medicinas y que son exageraciones, porque la gente está feliz y que todas esas críticas y señalamientos forman parte de un plan y de una estrategia orquestada y financiada por sus opositores, con el fin de hacerlo quedar mal ante los ciudadanos, coludidos con lo que él llama la “mafia del poder”, rasero con el que mide e incluye por igual a los medios de comunicación, a periodistas, académicos, líderes de opinión y actores políticos que con sustento real y con evidencias contundentes y claras han cuestionado su papel como presidente,  poniendo en entredicho los escasos resultados de su gobierno, con las pocas obras que han sido inauguradas pero a medias y sin estar debidamente terminadas, solo por el afán publicitario y propagandístico con fines políticos.

El Tren Maya, el aeropuerto AIFA y la refinería Dos Bocas en Tabasco son 

ejemplos de ello.

Pura escenografía.

Igual que los tardíos viajes que hizo a Acapulco a más de dos semanas después de la tragedia vivida por el huracán, a donde efectivamente fue, pero prácticamente blindado por militares y un sinfín de agentes de seguridad, en escenarios sellados y estrictamente controlados, sin permitir el acceso a ni uno solo de los ciudadanos damnificados.

De nuevo pura escenografía y puro teatro. 

El arte del engaño y la simulación en toda su magnitud.

Por ello, este último año de gobierno que debería ser el de la consolidación y el de la suma de todas las obras y acciones, como se supone son el quinto y el sexto de cada  sexenio,  porque es lo que le va a servir de plataforma de lanzamiento y proyección al candidato presidencial oficial, (en este caso candidata)  se ha convertido en realidad en un  pesado lastre,  que lejos de ayudar le está perjudicando seriamente, pues la bandera de la que aspira a sucederlo es la “continuidad” de lo que hoy está presente.

Pero ese estricto y riguroso guion redactado, teledirigido, supervisado, monitoreado y evaluado desde Palacio Nacional, es como una gruesa cadena de la que simplemente la (pre) candidata no se puede librar ni salir.

Ni siquiera por una mínima e inocente coma.

Es decir; la (pre) candidata del oficialismo no tiene manera de cuestionar ni de siquiera mínimamente criticar algo, por pequeño que sea, para ir perfilando un discurso y un estilo propio, una narrativa que contenga una proyección personal diferente, con sello y propuestas propias, que la distingan y hasta que la alejen aunque sea un poco del actual presidente, a “valores entendidos”, tal y como son y han sido los rituales en la política, aceptados y hasta alentados por el propio presidente saliente,  con el fin de darle vida y luz propia a quien lo va a relevar y así  asegurar con ello la continuidad transexenal del proyecto político, más que el de la persona.

Así sería el pensar y el actuar de un verdadero político con visión de estado.

O por lo menos el de un político con el más elemental sentido común y con un mínimo de preparación y de inteligencia política y emocional.

Pero no hay nada de eso.

Por el contrario.

Lo que hay es una obsesión por el poder y por el control de ese poder.

Y por lo que se alcanza a ver, todo indica que por ninguna razón va a estar dispuesto ni a cederlo ni a entregarlo.

Hoy, a más de cinco años de distancia, el legado del presidente López Obrador es de destrucción por donde quiera que se le vea.

El país entero está sumamente lastimado, con graves síntomas de retroceso y deterioro como resultado de un gobierno que no dio los resultados esperados y prometidos, pues todos los días en lugar de trabajar por ello, el presidente alentó desde el mismo Palacio Nacional la siembra de odios y de enfrentamientos y rencores entre los mexicanos, que ha rendido sus frutos con una nación polarizada y fragmentada, pues en lugar de haber privilegiado la unidad nacional de los ciudadanos por encima de cualquier otro interés, privilegió el encono, la división y el enfrentamiento de unos contra otros.

Ese es su legado. 

Por ello, a ningún ciudadano común en su sano juicio -a excepción de los beneficiados del régimen- le agradaría que hubiera continuidad en las masacres, en los homicidios diarios, en los robos y asaltos, en los retenes de los delincuentes en las carreteras para asaltar, robar y despojar de sus vehículos a familias completas, ya no solo a los traileros y transportistas.

Tampoco que hubiera continuidad en las mentiras, en la simulación y el engaño y sobre todo, en la corrupción e impunidad descarada que ahora como nunca antes ha sido oficializada, disimulada y negada desde el propio gobierno, aunque el presidente insista en que ya se acabó y saque y agite su pañuelito blanco diciendo:

“𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘯𝘰 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 𝘪𝘨𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴…𝘺𝘢 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘢𝘣𝘰́ 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘳𝘶𝘱𝘤𝘪𝘰́𝘯”.

Y en efecto; no son iguales.

Solamente hay que echarle un ojo al vulgar saqueo y robo descarado en SEGALMEX- INSABI-Tren Maya-Dos Bocas-Pemex-CFE y un sinfín de dependencias más.

La realidad es que son peores que los anteriores.

Y conste que eso ya es mucho decir.

Con la clase de depredadores que operaban antes…

Todo un dilema y un verdadero broncón para la (pre) candidata oficial.

Le van a tener que inyectar todavía más apoyos y muchos recursos más para la compra de encuestas y de conciencias, porque hoy, con todo lo que está viviendo la gente en carne propia, de plano ya no se la cree.

Además de que la dama por sí sola nomás no levanta, no conecta y no genera ni proyecta emociones.

Pero de eso y más platicaremos en la próxima edición.

𝗖𝗼𝗻𝘁𝗶𝗻𝘂𝗮𝗿𝗮́……..