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Bonilla: Desamor en la Cuarta Transformación 

La Pura Polaka | Jaime Esquer D.

* “Desamor con desamor se paga”. 

* La distancia entre los dos es cada día más grande. 

Mexicali, B. C. 27 de noviembre de 2023.- ¿En qué momento se dio la ruptura entre Jaime Bonilla y el presidente López Obrador?

Hasta hoy esa pregunta no tiene respuesta, pues aunque no se sabe con precisión el momento exacto en que sucedió,

tampoco se conocen con claridad las razones o las causas que motivaron esa ruptura política.

Al principio y todavía siendo Bonilla gobernador, el alejamiento se trató de disimular y también se negó, pero dada la personalidad de los dos políticos no pudo ser ocultado, por lo que los velos terminaron de caer a partir de que el tijuanense con residencia también en San Diego, concluyó su periodo de dos años en la gubernatura de Baja California.

Ya no hubo ni hay actualmente buenas relaciones entre Bonilla y AMLO.

Tampoco hay comunicación.

Desde que estaba en el último tramo de su administración como gobernador se especuló que el presidente ya no le contestaba las llamadas, que su estilo áspero, bravucón, mal hablado y directo no le agradaba para nada al mandatario nacional, pues se le hacía muy pesada y difícil de procesar esa forma de ser de Bonilla, ya que para él representaba un contraste de 180 grados con la actitud de sumisión y obediencia ciega, que como lacayos  asumen siempre todos los políticos bajo su mando; ya sean gobernadores, miembros de su gabinete o legisladores, incluyendo  la estructura de mandos de su propio partido, donde ha sido más que evidente que nadie respira o mueve un dedo y ni pestañea siquiera, si no se lo ordena el presidente López Obrador.

¿Entonces qué fue lo que pasó?

Una aproximación a lo que pudo haber pasado es que no fue una sola cosa en sí misma, sino todo un coctel de actitudes y de situaciones que se acumularon a lo largo de los dos años que duró la administración bonillista, pues los escándalos de corrupción no cesaron, particularmente uno que provocó fuertes repercusiones nacionales, como indudablemente fue la pretensión de modificar la ley violando la constitución del estado para alargar a cinco años su periodo de gobierno.

En este punto pudo estar el momento del quiebre que terminó de ahondar las diferencias y el distanciamiento entre el presidente López Obrador y el gobernador Jaime Bonilla. 

Aunque en su momento se dijo que la llamada “ley Bonilla” había sido parte de un experimento político; es decir, una especie de prueba piloto con el visto bueno de la propia presidencia, llevada a cabo con el fin de evaluar las reacciones de los ciudadanos, como referencia para una posible aplicación de esa misma medida en el mandato del presidente López Obrador; hipótesis que no pudo ser confirmada, pero tampoco negada. 

También, porque el presidente no solamente  no apoyó al estado con mayores participaciones federales, como era lo esperado por ser del mismo partido y supuestamente un amigo muy entrañable, -al que Jaime Bonilla apoyó económicamente y de múltiples maneras desde años atrás cuando AMLO era un férreo opositor a los gobiernos anteriores-  sino  por el contrario, los apoyos de la federación al estado disminuyeron considerablemente en varios rubros, bajo el argumento de los recortes presupuestales y de la política de austeridad que se empezó a aplicar.

Política del “austericidio” le llamaron algunos.

Aunado a ello, también se pudo haber sumado a las razones el hecho de los constantes pleitos y desencuentros que Jaime Bonilla, haciendo gala de su estilo bravucón tuvo con varios secretarios del gabinete federal.

Uno de ellos fue con el entonces titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes Javier Jiménez Espriú, a quien Bonilla según se dijo, poco le faltó para agarrarlo a patadas.

Partiendo de que en la política no existen las casualidades, sino las causalidades, a los pocos días de ese pleito Jiménez Espriú renunció al cargo de titular de la SCT, para sumarse con ello a la larga lista de los que, antes y posteriormente, se bajaron o fueron bajados del barco de la 4T: 

Carlos Urzúa de la SHCP a los diez meses de iniciado el gobierno de AMLO;  Germán Martínez del IMSS;  Alfonso Romo como jefe de la oficina de la presidencia; Tatiana Clouthier de la secretaría de economía; Josefa González Blanco y Víctor Toledo, los dos de la SEMARNAT; Eréndira Sandoval de la secretaría de la función pública; Julio Scherer Ibarra de la consejería de la presidencia,  Olga Sánchez Cordero de la secretaría de gobernación, Arturo Herrera Gutiérrez, que había entrado por Urzúa en la SHCP y también hasta el reconocido académico e investigador en Baja California, el doctor Tonatiuh Guillén López que renunció como titular del Instituto Nacional de Migración, entre muchos más, incluyendo en la larga lista a titulares de subsecretarías, de organismos autónomos, descentralizados y directores de dependencias.

Pero trascendió que uno de los pleitos más fuertes de Jaime Bonilla que terminó de derramar la gota del vaso con López Obrador, fue el que tuvo con Arturo Herrera, el titular de la SHCP, a quien estando en México le reclamó más apoyos financieros para Baja California, que porque eso ya lo había tratado y acordado con el presidente AMLO, quien había aprobado que así fuera; a lo que el alto funcionario lo ignoró por completo, argumentando que él no sabía nada de eso y que el presidente no le había dicho nada ni había girado ninguna instrucción al respecto, por lo que procedió a ignorar por completo al gobernador.

No lo hubiera hecho, porque se dijo que Jaime Bonilla se puso como diablo echando chispas del coraje y que ante la impotencia por el desplante de Herrera, le lanzó una larga batería de groserías y calificativos ofensivos, le azotó duramente la puerta y se despidió con una sonora mentada de madre, que retumbó hasta la Isla de Cedros en Baja California. .

“Casualmente” también, después de ese incidente Arturo Herrera renunció a la SHCP y su lugar fue ocupado por el tercer titular en esa importante secretaría; Rogelio Ramírez de la O.

Sin embargo, los oráculos políticos del Sanborns, esos que mientras toman galones de café casi gratis cursan al mismo tiempo sus  maestrías y doctorados en el análisis político, concluyeron que fue a partir de ese bizarro incidente ( el de la mentada) cuando el presidente López Obrador vio que Bonilla de plano ya no tenía remedio, pues resulta obvio decir que el “mentado” Herrera no solamente le llevó de inmediato el chisme del sainete, -incluyendo por supuesto el recordatorio maternal- sino que según se especuló, hasta le entregó una grabación completa del incidente.

Tiempo después, al dejar Bonilla la gubernatura y luego de una controversia pública suscitada respecto a que si podía o no volver a la senaduría, -misma que luego de una tremenda polémica finalmente fue resuelta en su favor- regresó por fin al senado y justo en su primera aparición tomó la tribuna y ante los reflectores nacionales puso como batea de babas a la gobernadora Marina Ávila, a quien prácticamente acusó de tener nexos con los carteles delincuenciales y que el propio gobierno del estado estaba constituido en uno más.

La tribuna se cimbró, al igual que la opinión pública nacional y en el gobierno bajacaliforniano acusaron los efectos del tremendo golpe.

Sin embargo, nadie dijo nada y el duro, atípico e inusitado posicionamiento no fue abiertamente desmentido por las autoridades estatales.

No hubo una nota aclaratoria con un contundente comunicado oficial desmintiendo categóricamente esa declaración, que al mismo tiempo fue también una acusación, tal y como dice el librito que se debe de hacer. 

Solo se dieron algunas filtraciones a manera de mensajes y recados en las columnas políticas y una que otra indirecta o mofa de la mandataria estatal.

Como haya sido, el distanciamiento y la ruptura no se pudo disimular y en las visitas del presidente a Baja California, ya con Bonilla fuera del gobierno, trascendió que no sostuvo más entrevistas ni comunicación de ningún tipo con él y menos desde que anunció que se separaba de morena para refugiarse en el Partido del Trabajo, aunque continuando dentro de la corriente de la 4T.

En la más reciente gira del presidente a Baja California, efectuada en la segunda semana de noviembre, se esperaba que se diera algún encuentro fuera de la agenda, pero no hubo nada.

Lo que sí hubo fue un mensaje explícito del presidente en su primer discurso político en tierras bajacalifornianas, aludiendo a Bonilla, a quien prácticamente regañó en público por sus pleitos y ataques a la gobernadora, a quien bañó en halagos y elogios y se pasó de plano al ponerla casi como una bendición para el estado: 

“…ella es lo mejor que le pudo pasar a Baja California”.

Así lo dijo.

Casi a las horas de esa declaración presidencial, Jaime Bonilla le respondió en uno de sus eventos denominado Jornadas por la Paz; esos que aún sigue haciendo los fines de semana en zonas suburbanas y comunidades de la costa.

Ahí, Jaime Bonilla manifestó lo que nadie dentro de la 4T se ha atrevido, pues no solamente le replicó al presidente sino que  puso en duda sus palabras respecto a la mandataria, ya que dijo que él bien sabe que ella es una gobernadora débil, que no tiene el apoyo de los ciudadanos del estado, además de que criticó la declaración presidencial diciendo que el presidente ha cambiado y que ya no piensa igual que antes, pues dijo: “a mí me hizo muchas veces comentarios que no eran nada favorables a los panistas encabezados por Felipe Calderón; el padrino de Carlos Torres, el hoy esposo de la gobernadora”, señaló.

Luego remató soltando una temeraria declaración al subrayar que se siente decepcionado de las acciones que el gobierno federal realiza en Baja California.

Decepcionado…

Y el gobierno federal es el presidente López Obrador…

Ni más ni menos.

De ese tamaño.      

Y para acabar de dejar en claro lo de la ruptura, se confirma que el Partido del Trabajo (PT) en Baja California no pactó alianza con morena en las elecciones del 2024.

Irán solos.

Y el PT en el estado es Jaime Bonilla.

Como dice Javier Solís en su canción “Retirada”:

“La distancia entre los dos es cada día más grande”…

Por lo que menudo enemigo se echaron encima con este hombre los candidatos morenistas mujeres y hombres, que saldrán a buscar el voto de los ciudadanos, (con el riesgo de que los reciban a pedradas en las colonias) pues a todos Bonilla los conoce muy bien, sabe de sus debilidades y especialmente les conoce sus pecados y el lado oscuro de cada uno, por lo que la película política se va a poner de terror, peor que la del Exorcista…

Y agárrense porque serán las peores campañas negras de la historia.

Las llamadas “cochi campañas”… 

Y en todo este escenario político es increíble que en BC no haya oposición, pues parafraseando al presidente Salinas de Gortari:

“Ni se ven ni se oyen”…

Pero de esto y más platicaremos en el siguiente número.

(CONTINUARÁ)

* El autor es escritor y analista político, su opinión no refleja la línea editorial de este medio.