Desde mi Sofá | Obed Silva
Tijuana, B. C. 9 de octubre de 2022.- La noche del 2 de julio del año 2000, fungía como representante partidista en el distrito 05 de la ciudad de Tijuana cuando con estupor vi y escuche del televisor colocado en dicha sede distrital que Joaquín López Dóriga anunciaba el
resultado de la elección presidencial declarando a Vicente Fox como el ganador de la contienda.
Después de que Televisa definiera como triunfador a Fox, apareció en cadena nacional el entonces Presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, quien en un brevísimo mensaje confirmó lo que el periodista había anunciado antes.
Posterior a los citados anuncios, apareció “la autoridad electoral” del INE oficializando el resultado y al ganador de la contienda.
Esa noche me quedé con algunas incógnitas que aún no he resuelto.
Años después, tuve la oportunidad de platicar con un buen amigo encumbrado en las grandes ligas albiazules y le pregunté; ¿Qué pensaron en el Pan cuando Televisa declaró triunfador a Fox?
Contundente contesto; “pensamos que el Ejército iba a dar un golpe de Estado”.
Entendí que el entonces Presidente de México y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, había evitado cualquier tentación de instalar un gobierno militar al anunciar triunfador a Fox y también entendí el tamaño de la lealtad de nuestra institución militar a las fuerzas civiles representadas en el Presidente.
A la postre, el gerente de la Coca Cola fungió cómo Presidente de México sin que las expectativas de cambio que generó se dieran.
A Fox lo relevó Felipe Calderón y fue Calderón quién sacó al Ejército a las calles para que realizarán funciones destinadas a los civiles en materia de seguridad pública y combate al crimen organizado.
Al mismo tiempo, el Presidente Calderón encomendó al ahora procesado Genaro García Luna la consolidación de una Secretaría de Seguridad así como de un cuerpo policiaco profesional a la altura de las necesidades de la sociedad.
El resultado lo conocemos y varios de los prominentes policías de la época calderonista se encuentran prófugos o presos.
Con Enrique Peña Nieto las cosas no fueron distintas acelerándose el crecimiento exponencial del dominio territorial, económico y de una inmensa capacidad de fuego del crimen organizado en todo el país.
Lo que en un primer momento fue la reacción de Felipe Calderón ante el embate criminal en su Estado natal, Michoacán, al paso de doce años se transformó en una necesidad para enfrentar la formidable organización y dominio territorial de los carteles del crimen organizado.
El debate sobre las actividades del Ejército en tareas de seguridad pública, que debieran estar en manos de las fuerzas civiles, se abrió y no se ha cerrado desde el día en que Felipe Calderón decidió involucrar a las Fuerzas Armadas.
En la semana que concluye, el Congreso de la Unión aprobó que nuestro Ejército y Marina Armada continúen en tareas de seguridad pública por lo menos hasta 2028.
A seis años de distancia de la fecha establecida por el Congreso Federal, se ve difícil que los militares regresen a sus cuarteles, sobre todo porque cada día que pasa, la delincuencia organizada cobra mayor fuerza.
Aunque a muchos les provoque pavor la posibilidad de que en el futuro tengamos el gobierno militar al que temió el panismo cuando ganó en 2000 ahora, y gracias a ellos, no se ve tan descabellada.
¡Nomás por joder!
Lo dicho, no tenían para dónde hacerse. Los senadores priísta y el perredista doblaron las manos.
Los malosos se preguntan; ¿A cambio de qué? ¿Los panistas se la perdonarán a Malito?
Al tiempo lo sabremos.
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