Desde mi Sofá | Obed Silva
Tijuana, B. C. 11 de septiembre de 2022.- Los optimistas siempre ven el lado positivo. Consideran que todo va a salir bien. Creen que tienen la capacidad y la habilidad de hacer que las cosas resulten conforme a lo que planearon. Por el contrario, quienes ven problemas en todo, se llaman pesimistas.
Hay quien opina que el pesimismo es probablemente una forma
de proceder mucho más realista y responsable pero además, también es una forma de amortiguar el impacto emocional en el caso de que las cosas salgan mal.
El grado de decepción es menor en aquellas personas que deciden aceptar que las cosas pueden salir mal.
El hecho de tener un plan para afrontar los posibles problemas que puedan surgir, hace tener un mayor control de la situación. Lo que se traduce en una menor ansiedad y en una mayor seguridad en los recursos propios.
Más allá de las etiquetas, ser optimista o pesimista no es más que la actitud que se adopta frente a las dificultades y ambas pueden ser igual de válidas. Las dos forman parte de una misma dialéctica.
El optimismo nos ayuda a mantener una actitud positiva ante la vida y a aceptar la realidad, nos da el impulso para trabajar y crear las circunstancias que faciliten el cambio y nos acerque a nuestros objetivos.
El pesimismo puede ayudar a buscar caminos alternativos e incluso estimular el ingenio en la búsqueda de nuevas soluciones para evitar problemas posteriores.
Es importante mantener una actitud optimista pero mejor aún mantener una actitud realista para enfrentar los problemas y adversidades que se puedan plantear.
Al mismo tiempo, frente a las actitudes optimistas o pesimistas existe la circunstancia de que si algo tiene la posibilidad de que pase pasará, ya sea bueno o malo.
En el contexto planteado, la citada Ley de Murphy, denota una actitud pesimista y puede aplicarse a todo tipo de situaciones, desde las más triviales de la vida cotidiana hasta las más complejas.
La ley de Murphy es un enunciado basado en un principio empírico que trata de explicar los hechos acontecidos en todo tipo de ámbitos.
Sin importar la composición exacta y el origen de la Ley de Murphy, su espíritu conlleva el principio del pesimismo defensivo: “el anticipar los errores que el usuario final probablemente cometerá”.
!Nomás por joder¡
En política el optimista ofrece el futuro, el pesimista recuerda las promesas no cumplidas del pasado.
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