Desde mi Sofá | Obed Silva.
Tijuana, B. C. 2 de enero de 2022.- Fue a principios de enero de 2020 cuando se dio a conocer un nuevo tipo de coronavirus al que se bautizó como COVID-19 en razón a que las autoridades sanitarias lo notificaron por primera vez en Wuhan, China, el 31 de diciembre de 2019.
Desde la aparición del COVID-19, han transcurrido dos años y nuestra vida cambió en muchos sentidos.
No sólo reforzamos viejos hábitos como el lavado frecuente de manos sino que adoptamos nuevos como son el uso de cubrebocas, el confinamiento y el distanciamiento social. Cobrando también una mayor dimensión en nuestra vida diaria la educación a distancia y el trabajo desde casa.
Los efectos que ha provocado el COVID-19 no se han contabilizado en su totalidad pero es obvio que la desigualdad social creció y con ello la pobreza por lo que quedará registrado en la historia como la pandemia que mayor sufrimiento ha causado a la humanidad.
A la fecha, las cifras de seres humanos contagiados y quienes han perdido la vida son aterradoras pero, al mismo tiempo, los datos sobre los descubrimientos respecto del maléfico virus y la fabricación de vacunas para combatirlo son alentadoras.
El debate respecto de las estrategias implementadas por los gobiernos del mundo para enfrentar la pandemia produjeron profundas diferencias que se convirtieron en confrontaciones ideológicas.
En nuestro país el debate respecto al uso o no del cubrebocas llevó al absurdo de elevar tal hecho a la categoría política de ubicar en una u otra posición, a quienes se oponen al actual gobierno y quienes lo apoyan.
Tan hondo ha sido el efecto que la pandemia ha provocado en la conducta humana que lo que hasta antes de la aparición del COVID-19 pudiera asumirse como inaceptable se tornó socialmente admitido.
La limitación de las libertades individuales mediante draconianos dictados gubernamentales se han convertido en nuestra “normalidad”.
Como si fuera una película de terror que no termina, en fecha reciente se dio a conocer la existencia de una nueva mutación del original COVID-19 a la que se le denominó OMICRON.
De acuerdo con la plataforma GISAID (Global Initiative on Sharing All Influenza Data) y la Red de Laboratorios de Secuenciación Genética, hasta el 29 de diciembre se reportaron en México 252 casos de contagios por OMICRON localizados en 14 Estados de la República, evidenciando la rápida transmisión de la nueva cepa.
En nuestra Entidad, el Comité Científico encabezado por el Secretario de Salud informó que al cierre del 26 de diciembre Baja California no registró defunciones por Covid, en tanto que los casos de nuevos contagios descendieron a 21 correspondiendo 9 a Mexicali, 5 a Tijuana, 5 a Ensenada, 1 a Tecate y 1 a San Quintín.
No obstante lo anterior y al tiempo que se reportó el primer caso de OMICRON en nuestro Estado, los pronósticos anunciados por la OMS son en el sentido de que la nueva variante por su alto poder de contagio y propagación, podría poner en jaque de nueva cuenta a los sistemas de salud pública por la saturación de los hospitales.
Ante el diagnóstico de la OMS, el presidente estadounidense Joe Biden el 27 de diciembre manifestó; “Que no cunda el pánico, Ómicron es una fuente de preocupación, pero no debería ser una fuente de pánico” para luego anunciar el refuerzo de la vacunación, la obligatoriedad en el uso de cubrebocas y restricciones para evitar contagios.
La buena noticia es que hay quienes afirman que las mutaciones del coronavirus se están agotando y con ello podría ocurrir el inició del fin de la pasadilla.
NOMAS POR JODER:
El regreso a clases presenciales pondrá a prueba al sistema educativo estatal para evitar que la propagación del OMICRON se convierta en la catástrofe del año 2022 y aumentará el caos del tráfico vehicular de Tijuana.
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