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De López de Santa Anna en 1833, a López Obrador en 2021

De dictador a dictador

Tijuana, B. C. 21 de Septiembre de 2021.- Hoy, he de tratar con Ustedes, un poco de historia, de las primeras décadas del México Independiente en el siglo XIX; particularmente, de un personaje muy populista; además de polémico: El Gral. Antonio López de Santa Anna, a quien se le conoció como un oportunista, abusivo, seductor, manipulador y muy hábil improvisando ejércitos y tácticas de combate, ágil para mentir e inventar excusas.

Un hombre, que para los mexicanos, podría ser la solución de los grandes problemas del país, en una época, en la que no existían los partidos políticos; eran las logias masonicas quienes discutían e intrigaban por el poder; estaban los conservadores y liberales; sin embargo, todos, eran lo mismo; la misma forma en que se fraguaban los arreglos, las negociaciones y las corruptelas, al igual que las tenemos hoy.

En 1833, carente de ideología, después de ser expulsado de los conservadores, se fue con los liberales y apoyado por éstos, ya que les encantaba con sus discursos, para ensalzar su imagen como supuesto defensor de la patria, llegó a la Presidencia de México; posición que logró ocupar por 11 ocasiones, al grado tal de sentir que “La Patria soy yo”; se consideraba el “Padre Fundador del México Independiente”.

En 1836, Texas proclamó su independencia de México, por lo que se traslado con su ejército, logrando una victoria contra los texanos en la conocida “Batalla de Alamo”. Días después fue derrotado por el ejército de los Estados Unidos, en San Jacinto; siendo aprisionado en Washington y obligado a firmar el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que perdimos casi la mitad de territorio nacional: California, Nevada, Colorado, Utha, Arizona y Nuevo México.

Regreso a la Ciudad de México, totalmente derrotado, con desprestigio y abucheado por los mexicanos, por tan terrible derrota.

Después de la incursión francesa en 1838-39, fue acusado por Traición a la Patria, por haber apoyado a Maximiliano de Hamburgo, siendo juzgado y puesto preso en San Juan de Ulua. Exiliado a Cuba, desde ahí continuo atento y vigilante de los movimientos políticos del País; en donde mantuvo comunicación con lideres conservadores y autoridades Estadounidenses.

En 1846, el gobierno de Valentín Gómez Farías, decidió llamar de vuelta al general Santa Anna para dirigir los esfuerzos nacionales en la Guerra contra Estados Unidos y, a pesar de lograr amasar un considerable ejército, el evidente atraso militar y tecnologico con respecto al de Estados Unidos, significó una serie de derrotas consecutivas en todas las acciones bélicas de la guerra. Después, en su natal estado de Veracruz, fue derrotado en la “Batalla de Cerro Gordo”, en buena medida debido a sus deficiencias estratégicas.
Tras evacuar la capital del país, Santa Anna se exilió de nuevo, esta vez en Colombia.

En 1853, regreso del exilio de Cartagena, auxiliado por los yanquis. Que le abrieron paso del bloqueo estadounidense en Veracruz, para poder regresar a su pueblo y de ahí trasladarse a la Ciudad de México, para restaurar el federalismo, la paz y el orden.

Toda una recepción bien organizada por amigos, con presencia de la población y las autoridades locales, las tropas que le erigian el “arco del triunfo”, el tedeum y alabanzas parroquiales, cañonazos, campanas y música popular de rigor. Hasta el Magistrado de la Suprema Corte, José Ramón Pacheco, a nombre de la República, le dirigió unas palabras a su “Altizima Excelencia”:
“La esperanza, debe subir de abajo hacia arriba; mientras que el poder, debe bajar de arriba hacia abajo”.

Regresa al País para Gobernar por última vez, pero en esta ocasión, convertido en dictador, se manda erigir estatuas imponentes, se pintan cuadros con su honorable imagen; se organizaron cenas y fiestas en su honor.

En esa época, se ocupo de reformar las instituciones, y crear leyes, adecuando, a sus intereses personales, la Constitución de 1824, para propiciar se le otorgarán poderes descresionales, como presidente vitalicio, hasta resolver la problemática del país; lo cual, sería tan sólo por un año; pero después, la obtuvo de manera indefinida. Retomó de nueva cuenta su papel favorito de “Salvador de la Nacion”.

Reprimió a la prensa y restituyo al máximo el ejército; se consideraba asi mismo, cómo el único, con la capacidad de restaurar el orden y la paz en el País.

Durante su gobierno, mantuvo la ambición del juego, de las mujeres y la ambición del poder. Cambiaba a placer su gabinete, el Ministerio de Hacienda fue removido en varias ocasiones; celebraba operaciones, negociaciones y contratos en lo obscurito. Mantenía sus facultades omnimodas, hasta que el las considere necesarias. Se autoconcedió el cargo de “Su alteza Serenisima”, estableciendo un gobierno Absoluto, corrupto, centralista y dictatorial.

En 1854, vende a los Estados Unidos una extensión de territorio nacional, de un poco más de 76 mil kilómetros cuadrados, conocido como la “Mesilla”, por la suma de 20 millones de pesos; que después la redujeron a 10 millones de pesos, que le sirvieron para costear los altos costos que significaba mantener la lealtad del ejercito, no obstante, a la enorme pobreza de los mexicanos.

Amaba ser idolatrado, demagogo, jamás acepto ser responsable de sus errores, los que, con facilidad le trasladaba a sus subordinados; las mentiras, juegos de palabras y engaños eran su “modus vivendi”.

Traicionó, a los Españoles, traicionó a Iturbide, traicionó a conservadores y liberales; al igual que traicionó a los mexicanos.

En 1854, sus eternos enemigos, Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, promulgaron en el Estado de Guerrero el “Plan de Ayutla”, convocando a los Estados a derrocar al dictador. En lo que se pusieron de acuerdo, el Gral. Antonio Lopez de Santa Anna había renunciado a la Presidencia de México; falleciendo en el año de 1876 a la edad de 83 años, siendo enterrado en la Basílica de Guadalupe del Tepeyac en la Ciudad de México.

Estimados amigo(a)s, cualquier parecido, con el actual Presidente López, es mera coincidencia; pero casualmente, también, al igual que Lopez de Santa Anna, ha destruido las instituciones; incrementado las participaciones federales a los militares, para que le guarden lealtad; ha cambiado de gabinete a capricho y conveniencia personal, particularmente al de hacienda; gasta enorme dinero del erario a discreción para incrementar sus seguidores; oculta las corruptelas de su familia y colaboradores más cercanos; se considera ser el Salvador de la Patria; también le encantaría, le dejasen de decir Presidente por el de “Su alteza Serenisima”; pretende reformar la Constitución para ser reelecto y convertirse en Dictador. Y todo ello, al igual que el Dictador López de Santa Anna, no obstante al enorme incremento de pobres.

Bueno, esperemos en Dios y en la voluntad de los mexicanos, que de la fecha a la próxima elección presidencial en 2024, no se lo permitamos y sea juzgado y condenado al igual que Lopez de Santa Anna por Traición a la patria, corrupción y porque no, hasta por delitos de lesa humanidad!!!.

Al tiempo amigo(a)s… al tiempo.

El autor es abogado y analista político.
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